21.5.16

Llegada a Pamplona

Hemos ido viendo cómo describía la prensa el viaje de los internados desde que se organizó la salida en Guinea, hasta su llegada a Cádiz y posteriormente a Madrid.  Desde la capital salieron varios trenes con dirección a diferentes puntos donde se alojarían. En un post de hace unos meses (aquí), veíamos lo que decían varios diarios nacionales al respecto.  Nos interesa conocer qué decían los periódicos navarros sobre esta noticia, así que a continuación hacemos dos transcripciones encontradas en la Hemeroteca de Navarra, en los periódicos "El Pensamiento Navarro" y "Diario de Navarra". 



EL PENSAMIENTO NAVARRO - 6/5/1916
242 alemanes en Pamplona
Gran recibimiento.  Hospitalidad pamplonesa.
Al anuncio de que llegaban los alemanes que se internaron en la Guinea española, se despertó la curiosidad de las gentes pamplonesas, y ya desde las seis de la mañana la animación por la Taconera y camino de la Estación era grandísima, constituyendo un verdadero hormiguero humano entre el que se destacaban gran número de mujeres.
En los andenes, que estaban vigilados para evitar la aglomeración de público, penetró éste formando bulliciosos grupos que esperaban impacientes la llegada de los germanos.
El Ilmo. Sr. Obispo bajó a la estación a saludar a los expedicionarios, recibiendo pruebas de inequívoca simpatía del gentío que llenaba los andenes.
La llegada
A las 6,50 de la mañana entró en agujas el tren especial que conducía a los internados alemanes.
Antes de que el convoy detuviera su marcha, estalló una gran ovación que se repitió al descender en dos turnos los expedicionarios.
Abandonaron los departamentos del ferrocarril en dos tandas.
Una, la primera, compuesta de oficiales y de elementos civiles, entre los que se cuenta alguna dama alemana.
El capitán más antiguo, un hombre alto y joven, curtido y marcial, recorrió el convoy dando instrucciones a la tropa que ocupaba los vagones.
Cumplimentó muy cortésmente al señor Obispo, y al distinguido comandante de Estado mayor don Federico Montaner.
Entre grandes aplausos y palabras de simpatía, la primera tanda ocupó unos tranvías previamente dispuestos por el "Irati" y subieron a la Ciudadela.
El dignísimo Teniente Coronel de Estado Mayor señor Espinosa de los Monteros, que acompañaba a los alemanes desde Madrid, tomó la parte más activa en el desembarco de los expedicionarios y debido a su claro talento y a su práctica, contribuyó notablemente al buen orden de estas operaciones de arribo.
La segunda tanda
La segunda tanda, que descendió al andén, estaba compuesta por clases de tropa.  Las mandaba un oficial germano, y salieron a la acera exterior de la estación, formando en columna de a cuatro.
Un rasgo del señor Obispo
Nuestro amantísimo Prelado, al ir a tomar su coche, fijóse en que un soldado alemán caminaba apoyado en dos muletas.
El señor Obispo se informó de que aquel soldado germano estaba herido en las dos piernas, y al tener conocimiento de esa desgracia, nuestro Prelado solicitó del señor Espinosa de los Monteros, le hiciera la gracia de poder conducir al herido a la Ciudadela en su propio coche.
Así se hizo, siendo saludado el señor Obispo con calurosas ovaciones por tan caritativo rasgo, demostrativo del buen corazón de nuestro Prelado.
Hacia la Ciudadela  
Las clases de tropa, marcharon formadas y a pie a los alojamientos que se les tenían dispuestos en la Ciudadela.
Estación de tren de Pamplona (principios XX)

Desde la estación hasta el alojamiento, las calurosas ovaciones se repetían sin cesar al paso de los soldados alemanes.
Se comentaba por el gentío el porte marcial de estos hombres germanos, admirándose las buenas estaturas y bizarro continente de los expedicionarios.
A la entrada en la Ciudadela, el oficial que los comandaba les ordenó en su idioma que hicieran alto.  Luego desfilaron a los dormitorios preparados al efecto.  Acto seguido distribuyéronse los boletos  de alojamiento para los señores oficiales y elemento civil.
El ilustrado Teniente Coronel de Estado Mayor don Leocadio López, advirtióles que iba a llegar a saludarlos el Excmo. Sr. General Gobernador militar don Mariano Salcedo. Los oficiales del kaiser se mostraron complacidísimos en poder cumplimentar a dicho General, que llegó a los pocos momentos, acompañado de sus ayudantes.
El desayuno
En presencia del Gobernador Militar se distribuyó el desayuno a las clases de tropa alemana, que consistió en tazones de café con leche y panecillos, todo servido con abundancia y esmero por el digno cuerpo de Intendencia de esta plaza.
Los alojamientos
Un oficial teutón, que por cierto, lucía el distintivo de los bravos, la Cruz de Hierro, extendió las papeletas de identidad al elemento civil, para que pudieran marchar a sus respectivos alojamientos.  Tanto ellos, como los oficiales, se hospedan en diversos hoteles y fondas de nuestra ciudad,
Por las calles
Durante todo el día, los expedicionarios recorrieron en grupos las calles pamplonesas, despertando una vivísima curiosidad entre nuestros convecinos.
Los establecimientos comerciales tuvieron ayer un gran día con la llegada de nuestros huéspedes germanos, pues todos ellos hicieron gran acopio de prendas de vestir y de aseo.  Hubo sastrería que se encargó de confeccionar más de 30 trajes.
Llamó grandemente la atención la exquisita cortesía de estos hombres que haciendo un alarde de respeto religioso, al que por desgracia, ya no estamos acostumbrados, saludaban con todo cariño y cortesía a los sacerdotes que hallaban a su paso, y lo mismo a los militares españoles, penetrando en los establecimientos públicos y en los espectáculos, como ocurrió anoche en Euskal-Jai, sombrero en mano.
El público pamplonés hizo honor a su carácter de hidalgos y caballerosos.  Pamplona recibió a sus huéspedes como no podía menos de ocurrir, dando toda clase de facilidades a los bravos germanos, para que la vida en nuestra ciudad encontrase todo género de medios para que a su arribo se les presentara el porvenir en nuestra ciudad, colmado de simpatías.
EL PENSAMIENTO NAVARRO saluda con el mayor de los cariños a los internados alemanes, deseándoles que en nuestra ciudad puedan deslizarse los días del destierro en la mayor de las felicidades.



DIARIO DE NAVARRA - 7 de Mayo de 1916
Los alemanes del Camerón - Pamplona hospitalaria
Ayer llegaron a esta ciudad los alemanes del Camerón que por causa de la guerra se vieron obligados a entrar en la Guinea Española, después de resistir cuanto pudieron y los medios de que disponían les consintieron y que al ser internados en la penínculsa han sido destinados a Pamplona.
Era de esperar que el pueblo pamplonés manifestara una vez más la hidalguía de su historia, al recibir ese grupo de extranjeros que por causa de las actuales circunstancias que todos lamentamos, han sido obligados a abandonar sus hogares y han sido traídos a convivir con nosotros; que han venido a ser nuestros huéspedes mientras duren las hostilidades de las naciones que se hallan en guerra.
La buena acogida que se dispensó a los alemanes llegados ayer a nuestra ciudad ha venido a confirmar una vez más la hidalguía y la caballerosidad del hospitalario pueblo de Pamplona, que ha visto en sus huéspedes unas víctimas de la trágica situación actual de Europa.
El buen comportamiento de los pamploneses habrá constituido para los alemanes llegados ayer un gran consuelo, un alivio grande a las contrariedades que desde el principio de la guerra han venido sufriendo; y debe constituir para todos nosotros una gran satisfacción haber podido proporcionar a ese grupo de extranjeros el consuelo que cabe dentro de las circunstancias en que se encuentran, lejos de su Patria, lejos de su hogar.  Siempre nos quedará la tranquilidad del deber cumplido.
La llegada
Sabíamos que esos alemanes, desde ayer nuestros huéspedes, llegaban a las 6,55 de la mañana en un tren especial.  A pesar de lo intempestivo de la hora, numeroso público bajó a la estación a recibirlos, llenando por completo los andenes.
También bajaron a recibir a los germanos el Sr. Obispo de la Diócesis, el Teniente Coronel de Estado Mayor don Leocadio López, el Comandante del mismo cuerpo don Federico Montaner y el Comandante de artillería don César Sierra, que ostentan la representación de la autoridad militar y de la guarnición de la plaza.
A la hora señalada hizo su entrada en agujas el tren especial, viéndose en las ventanillas de los vagones a todos los alemanes que llegaban, agitando los sombreros y los pañuelos como deseando manifestar anticipadamente su gratitud a la benevolencia y hospitalidad que habrían de obtener de los pamploneses.
Una gran ovación estalló del público que se hallaba en la estación, y ese fue el saludo que dirigió a los recién llegados; ovación que fue muy prolongada, y a la que los alemanes contestaron agitando sus sombreros y los pañuelos, saludando y haciendo demostraciones de verdadero agradecimiento; todo sin poder ocultar la emoción que les embargaba.
Hay que hacer constar que el público se abstuvo de dar grito alguno; con lo cual el recibimiento resultó de cierta originalidad y aunque muy afectuoso, de gran seriedad y respeto.  Solo se oyó un grito de ¡Viva España!, que dieron los alemanes.


A la ciudad
Inmediatamente de la llegada del tren, los jefes de los alemanes presentaron sus respetos a los jefes del Ejército que les esperaban y se dispuso la formación para subir a la ciudad, para lo cual el teniente coronel de Estado Mayor don Leocadio López que posee un dominio absoluto del idioma alemán, hizo circular las órdenes oportunas, que los recién llegados las atendieron y cumplieron con gran rapidez.
Por encargo del digno gobernador militar de la plaza, la Compañía de "El Irati" dispuso un servicio extraordinario de tranvías para la llegada del tren especial, en los cuales tomaron asiento los jefes y oficiales de los germanos llegados y el elemento civil; y a pie en correcta formación militar, subió la tropa y clases, al mando de un jefe.
El señor Obispo hizo tomar asiento en su coche a un pobre soldado alemán que, venía herido, el cual subió a Pamplona acompañado de S.I.
En Pamplona
Además del gentiazo que esperaba en la estación a los alemanes del Camerón, en los jardines de la Taconera, en la plazuela de Recoletas y en todo el trayecto desde esos puntos hasta la Ciudadela había también numeroso público, más numeroso que en la estación.
Llegaron antes a la ciudad, como es natural, los que subieron desde la estación en los tranvías.  Cuando estos llegaron a la cuesta del Portal Nuevo nuevamente fueron ovacionados, y como en la estación sin que se oyera un solo grito.  Desmontaron frente a la Ciudadela a la que se dirigieron a pie, seguidos de numeroso público que se formó a cada lado de la calle del General Chinchilla hasta la muralla, dejando apenas una calle para el paso de los alemanes.
Al llegar estos a la Ciudadela fueron recibidos por el jefe de la Comandancia de artillería don Eugenio García Acha, que condujo a los recién llegados a los pabellones que se les tenía destinados, en los que habíaseles preparado el desayuno.
Poco después de la llegada de los alemanes que subieron en tranvías de la estación, llegó a la Ciudadela el grupo de a pie, que también fue ovacionado por el público, y recibido por el señor García Acha.  De este grupo de alemanes a pie se oyó al entrar en la Ciudadela un grito de Viva España.
El desayuno
Una vez que se encontraron nuestros huéspedes en la Ciudadela, se les sirvió el desayuno, que lo tomaron reposadamente; y después de terminado se facilitó al elemento civil y oficialidad una relación de fondas con los precios.
Visita del General
Próximamente a las ocho de la mañana llegó a la Ciudadela el Gobernador militar General Salcedo, acompañado de sus ayudantes el capitán de Infantería don Luis Catalán de Ocón y el de Ingenieros don Matías Marcos.
El general inspeccionó el alojamiento de los alemanes, de cuya instalación, debida a la Intendencia militar, quedó muy satisfecho, dando muy oportunas órdenes, y una vez cumplido su deber como gobernador militar regresó al gobierno.
A las fondas por la ciudad
Después de la visita del general, los alemanes que pidieron fonda se trasladaron a las que habían solicitado acompañados de algunos militares; y los demás se quedaron ya definitivamente instalados en los pabellones de la Ciudadela.
Poco después se vieron por las calles a los recién llegados, que dedicaron la mañana a recorrer los comercios, haciendo gran número de compras, sobre todo de ropas y calzado.
Los internados
Los alemanes internados en territorio español que ayer llegaron a Pamplona son 217 distribuidos en esta forma: 2 capitanes, 10 oficiales, 5 médicos, 1 Consejero del Gobernador del Camerón, 1 señora, 52 del elemento civil y 147 individuos de clases y tropas.  Se apellidan así:
Los capitanes; Adametz y Haustein.
Los oficiales; Reder, Distler, Frank, Bier, Koch, Obermaier, Pfizenmaier, Fick, Eltester y Klinkert.
Los médicos; Mayer, Gran, Zschuke, Eckaut y Stechele.
La señora Beyer, esposa de un individuo civil.
El cabo herido en una pierna: Hayduck.
Entre el elemento civil hay ingenieros, Director de Sanidad, empleados ferroviarios, id de telégrafos, sanitarios, médicos, maquinistas, arquitectos y un oficial de marina mercante.
Bien venidos
Ya tenemos en nuestra ciudad al grupo de alemanes cuya venida hace días nos la anunciaron.  Desde ayer son nuestros huéspedes y con nosotros vivirán hasta que llegada la paz les sea permitido volver a su patria.
El público de Pamplona no necesita recomendaciones.  Nunca las ha necesitado.  Sabe perfectamente que los que ayer vinieron, son extranjeros que entraron en posesiones españolas amparándose en nuestra neutralidad, y cobijándose bajo nuestra bandera.  Un grupo de estos alemanes ha sido internado en Pamplona.
Sean bienvenidos los alemanes del Camerón, y solo deseamos que la estancia entre nosotros les sea grata y que cuando regresen a su patria lleven buen recuerdo de Pamplona.
Lo que cuentan de la campaña
Interrogado un oficial alemán sobre la campaña del Camerón ha dicho lo siguiente:
"La guarnición en el Camerón alemán era bastante reducida, en lo que se refiere a tropas europeas.  La mayor parte de los soldados y de los habitantes eran indígenas.  Estos, tanto soldados como paisanos, todos súbditos alemanes, han quedado en Santa Isabel en la misma situación, respecto a las autoridades españolas, que nosotros lo estamos aquí. Son como es sabido, todos negros, con sus mujeres y sus hijos.  Con ellos quedaron 80 oficiales y suboficiales alemanes, para responder de su conducta y cuidar de todos.
Buscamos refugio en tierra española cuando ya no teníamos más remedio.  Habíamos sufrido todo género de penalidades y privaciones desde poco después del comienzo de la guerra.  Sostuvimos frecuentes ataques con las fuerzas franco-inglesas, que nos cercaban hasta que se nos acabaron los víveres y las municiones.
Entonces recurrimos a un supremo recurso: a alimentarnos con las hierbas del campo y a fabricar nosotros mismos las municiones con los recursos que buenamente podíamos procurarnos.
En Enero de 1915 conseguimos hacer cartuchos para los fusiles de modelos antiguos, fabricando pólvora con productos que extraíamos de las hierbas del campo.  En Julio y Agosto del mismo año logramos hacer proyectiles para el armamento moderno.
Las nuevas municiones se acababan también, y entonces decidimos dar un ataque a las fuerzas aliadas, haciéndolas muchas bajas.  De europeos perdieron 110 hombres, y más de negros.  Nosotros también tuvimos importantes pérdidas.  En el campo quedó el 40 por 100 de los oficiales, y otro tanto de los soldados.
Nuestros esfuerzos fueron, sin embargo, estériles.  Las fuerzas aliadas estrecharon su cerco, y los buques, desde la costa, intentaban cortarnos la retirada.  Comprendimos que íbamos a caer prisioneros, y entonces retrocedimos a territorio español, donde depusimos nuestras armas.
Desde entonces, sólo atenciones hemos recibido."