11.12.16

Nuevo libro sobre los internados



Se acaba de publicar hace apenas tres meses, un libro titulado "La internación de la Schutztruppe" escrito por el profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona, Miquel Vilaró i Güell.  En su contraportada nos avanza la temática del mismo:

"La internación de las tropas alemanas de Camerún en la Guinea Española se ha quedado en un suceso del que se saben sus contornos básicos, sus datos más llamativos, pero que nunca ha sido explorado a fondo para conocer con detalle su verdadera dimensión.
Sin embargo, el relato de la neutralidad de España en la Primera Guerra Mundial no debería hacerse sin abordar la cuestión de los internados.
La avalancha de soldados vencidos hacia aquel mínimo rectángulo del Muni español, apenas visible en el mapa de los imperios coloniales de iniciados del siglo XX, cerró la última etapa de una larga guerra ultramarina que había durado treinta años, primero en los frentes diplomáticos, cada vez más agresivos, y después en los despiadados campos de batalla.
Un jaque al rey (o al káiser) que otorgó un triunfo incuestionable a Gran Bretaña y Francia y marcó el fin del gran juego.
En este contexto, mantener en Fernando Poo, durante más de tres años, tres campamentos de internados con casi 6000 soldados, que con sus mujeres, hijos y sirvientes doblaron esta cifra, y un cuarto campamento con otros tres mil civiles huidos con las tropas combatientes, sin que se produjera ningún altercado destacable constituyó el mejor ejercicio de neutralidad practicado por España en la Gran Guerra."

Cualquier publicación en relación a los internados alemanes del Camerún en España, es para los interesados en el tema motivo de alegría, así que en primer lugar quiero dar la enhorabuena a su autor y al enorme trabajo que durante años intuyo que hay detrás del libro.  En segundo lugar solo me queda comprarlo y leerlo con la pasión que me genera este asunto, para aprender cada día un poco más sobre estos fascinantes hechos ocurridos en la olvidada colonia de Guinea Ecuatorial, tan desconocidos pero a la vez tan motivadores, no solo para los descendientes de aquellos hombres, como es mi caso, sino para historiadores, investigadores y cualquier otra persona interesada en ello.  Soy consciente de que somos pocos, pero seguro que entre todos, estamos contribuyendo a quitar la gran capa de polvo y telarañas que cubre este episodio.

Os dejo el enlace al blog "Letras de autor" donde se habla del libro, y a la sección de Amazon en la que podéis comprar el mismo.  Será para mí un regalo seguro estas Navidades.

16.10.16

Fiesta de compatriotas


El 28 de mayo de 1916 se organizó en la Ciudadela de Pamplona lo que bien pudiera ser la primera Oktoberfest (o Fiesta de la Cerveza) de la ciudad, aunque no era octubre sino mayo, pero la ocasión así lo requería. Fue una fiesta de confraternidad entre los alemanes internados aquí y unos cincuenta compatriotas llegados desde Bilbao y San Sebastián, entre los que se encontraba el Cónsul de Alemania en esta última.  La mayor parte de ellos vino en automóvil y el resto lo hizo en el tren Plazaola, llegando estos últimos hacia las diez de la mañana.

El 26 de mayo de 1916, Diario de Navarra publicaba una pequeña reseña sobre dicho evento:
"Entre los alemanes en esta capital internados, hay gran entusiasmo con motivo de la fiesta que pasado mañana celebrarán en unión de sus compatriotas de Bilbao y San Sebastián, que vendrán a pasar el día con ellos en íntima confraternidad que tanto desean, ahora que se ven disgregados y lejos de su patria.  La fiesta se celebrará en uno de los salones del Vínculo o en la Ciudadela, más parece probable en este último lugar, y en ella se hará música y tendrán gran cervezada."
A continuación transcribimos la noticia de cómo se desarrolló esta fiesta, tal y como la publicó Diario de Navarra al día siguiente:

"LA FIESTA DE LOS ALEMANES 
Como habíamos anunciado, ayer tuvieron una fiesta fraternal buen número de alemanes de las colonias de San Sebastián y de Bilbao y los que, procedentes del Kamerún se encuentran en Pamplona. 
A las cuatro de la tarde se reunieron todos en uno de los pabellones de la Ciudadela donde tienen su alojamiento los soldados del Kamerún. El amplio local estaba adornado con follaje, con flores y con muchas banderas de España y Alemania unidas. 
En el centro había dos grandes retratos, uno del Rey de España y otro del Emperador de Alemania adornados con las respectivas banderas. Poco después de las cuatro comenzó la fiesta. 
En un gran número de mesas tomaron asiento los alemanes, entre los que se hallaban señoras y señoritas.  En la mesa presidencial se sentaron el Cónsul alemán en San Sebastián, señor Lewin, el teniente coronel Gobernador de la Ciudad señor García Acha y el capitán alemán jefe de las fuerzas internadas en Pamplona señor Adametz. 
El señor Lewin pronunció un discurso en alemán, y al final, todos de pie, el señor Lewin dio los tres hurras por Alemania y el Emperador, que fueron contestados con entusiasmo. 
Después el señor García Acha pronunció un discurso breve, tan discreto como elocuente, y los alemanes vitorearon en pie a España, al Rey y al Ejército español. 
Después habló el capitán Adametz, y al final de su discurso, puestos todos en pie, dio tres vítores a España y al Rey que fueron contestados con verdadero frenesí y con largos aplausos. 
Cuando terminó de hablar el Cónsul señor Lewin todos los alemanes cantaron el himno de su patria, el "Deutschland Deutschland über alles", y cuando acabó de hablar el señor García Acha los alemanes puestos  en pie, oyeron nuestra Marcha Real.  Cuando terminó aplaudieron, y vitorearon a España, al Rey, a Navarra, a Pamplona y al Ejército.
Un señor alemán leyó una poesía, que debía de ser muy inspirada y patriótica, a juzgar por los bravos con que fueron acogidas algunas estrofas y por los aplausos que estallaron al final.  
Otro señor, cantó una canción patriótica, siendo muy aplaudido.  Otro, en breves palabras cuyo significados adivinábamos por la tristeza que había en todos los semblantes durante el discurso, dedicó un recuerdo a los muertos.  
Otro dedicó un recuerdo a Austria-Hungría, y a su Emperador, siendo aclamados, y entre bok de cerveza y dentellada a las abundantísimas rebanadas de pan con fiambres alemanes, se cantaron himnos patrióticos y canciones populares de Alemania. 
Asistieron algunas señoras y señoritas de Pamplona que fueron obsequiadas con ramos de flores, y muchos invitados y amigos de los alemanes.  Fue una fiesta simpática y tierna porque fue una fiesta patriótica y de hermanos.  
Nos creemos en la obligación de dar las gracias a los alemanes por las frases de cariño que tuvieran para España y para todo lo que se refiere a España.  Y felicitamos a los organizadores de la simpática fiesta."
















































Es especialmente emotivo pensar que estos hombres que en esta celebración comían y bebían con total placidez en nuestra ciudad, hacía pocas semanas se encontraban caminando por la selva con las pocas pertenencias que pudieron salvar en su huida, en condiciones miserables. Quizás por ello los ánimos se engrandecían al alzar sus jarras de cerveza recordando canciones o poesías en honor a su patria, desde el confort que les proporcionaba un país neutral que tan bien les había acogido.

Me gustaría pensar que el señor que dedicó un recuerdo a Austria-Hungría (al que alude el periodista) fue mi abuelo, aunque por mis últimas investigaciones creo que no fue el único austro-húngaro de los que llegaron a Pamplona, pero en cualquier caso, es interesante apreciar el hecho de que algunos mostrasen su predilección por Austria o alguno de los estados del Imperio ante los que en su gran mayoría eran alemanes.  Eso del Imperio Austro-húngaro suena tan bien y es tan literario, que no me extraña que el propio maestro Berlanga estuviese obsesionado con este término, que bien se ocupó de incluir en la mayoría de sus películas.

Berlanga (resumen)

6.9.16

El Teniente Lothar Frank

El 28 de agosto de 1916, Diario de Navarra publicó la noticia del fallecimiento del Teniente de Reserva Lothar Frank, (uno de los alemanes llegados en mayo desde Camerún) en un accidente ocurrido el día anterior en el Grand Hotel de Pamplona.   

"A las cinco y media de la tarde de ayer ocurrió un tristísimo suceso en Pamplona.  A esa hora se cayó desde un balcón del cuarto piso del Grand Hotel un súbdito alemán llamado Lothar Frank, de 43 años, oficial de la reserva.  El desgraciado quedó muerto en el acto.
Parece que el señor Frank estaba leyendo en el balcón en una posición muy expuesta, pero que frecuentemente adoptaba sin duda para mejor tomar el fresco y que estando así un vuelo de aire le llevó el periódico.  Al ir a cogerlo se le inclinó el cuerpo y cayó a la calle.
En el lugar donde estaba leyendo -alguien parece que le vio sentado con el periódico en la mano momentos antes de caer- se encontraron algunos libros.
El cadáver fue llevado al Hospital Civil.  El señor Frank vivía en el Grand Hotel con su esposa.  Cuando ocurrió la desgracia, la señora de Frank se hallaba de visita en casa de una distinguida familia de esta ciudad.
¡Que Dios haya acogido en su seno al infortunado, a cuya esposa damos nuestro pésame!" 
 

Esquela publicada en ese mismo diario, por los alemanes internados en Pamplona, con el Capitán Hanstein en representación de todos ellos.  Según se hizo constar en la esquela, Lothar Frank era Caballero de la Cruz de Hierro.



El día 29 se  publicó, además de la esquela, este pequeño artículo que aporta alguna otra novedad:

"En otro lugar de este número verán nuestros lectores una esquela en la que los compañeros del desventurado señor Lothar Frank dan cuenta de su muerte.
El señor Frank era primer teniente de reserva, Caballero de la Cruz de Hierro, Apoderado Imperial de distrito.  Sus compatriotas le respetaban y querían, y por ello han sentido mucho su muerte.
Se confirma completamente cuanto dijimos ayer acerca de las causas de su muerte.
El señor Frank tenía la costumbre -mala costumbre, por cierto- de sentarse en el balcón, de espaldas a la calle, para leer y tomar el fresco.  Dicho esto así parece un absurdo, pero viendo el balcón de amplio y bajo antepecho y que además tiene debajo un gran saliente o cornisa ancha que impide ver el suelo, la cosa, si bien peligrosísima e imprudente, ya no parece tan absurda.
Muchos vecinos de las casas de frente al hotel vieron varias veces al señor Frank leyendo en aquel sitio, como le vieron momentos antes de la desgracia, leyendo un periódico, después de haber puesto a mano algunos libros.
El señor Frank estaba sentado sobre el balcón y tenía apoyados los pies en una silla cuyas patas se veían desde la calle, pues al caerse el señor Frank debió de engancharse en ella.
La señora de Frank que había estado prisionera, llegó a Pamplona hace próximamente un mes.  El matrimonio había alquilado un piso en donde pensaba vivir al regreso de un viaje que tenían dispuesto a un balneario.
Se trata pues, de un desgraciadísimo accidente, como decíamos ayer.
Repetimos nuestro deseo de que Dios Nuestro Señor haya acogido en su seno el alma del finado, y reiteramos nuestro pésame a su afligida esposa y a todos sus compatriotas."



En otra nota del día posterior, se comentaba lo siguiente:

"Ayer por la mañana, fue conducido al cementerio el cadáver del infortunado primer teniente del ejército alemán don Lothar Frank.El fúnebre acto se vio concurridísimo.En el cortejo, que era presidido por el Cónsul de Alemania en San Sebastián que vino expresamente para este acto, figuraban la viuda del finado, con tres señoras alemanas compatriotas suyas, los doscientos y pico de alemanes aquí residentes, en formación, muchos militares y no pocos amigos particulares de los germanos.Descanse en paz el alma del finado y reiteramos a su viuda nuestro pésame sentido."

Fuente
Este era el Grand Hotel de Pamplona, inaugurado en mayo de 1913.  De esa fecha es la fotografía, en la que se puede observar unos operarios en la parte de arriba terminando de colocar las letras.

Foto Diario de Navarra

Y este es el aspecto actual de lo que fue el Grand Hotel, en la Plaza San Francisco, donde podemos apreciar que no ha cambiado demasiado por fuera.

Sirva esta entrada como pequeño homenaje a este hombre, de cuya muerte se han cumplido cien años.

4.8.16

Plantaciones de plátanos en Camerún

Descubrí en YouTube una filmación antigua muy interesante, que muestra el sistema de trabajo en una plantación de plátanos en la colonia alemana de Camerún.


Sitúan la grabación en los años 30, y aunque en ese momento Camerún era una colonia francesa, a partir de mediados de los años 20, antiguos colonos alemanes empezaron a comprar sus antiguas tierras que habían sido expropiadas en la Primera Guerra Mundial.  En la página Kamerun Tourismus, se puede leer lo siguiente:

1924  Colonos alemanes compran sus plantaciones expropiadas en el mandato británico en una subasta en Londres.
1925 Algunos colonos alemanes regresan a Camerún. Colonos británicos hay relativamente pocos.
1926  Los franceses permiten el retorno de algunos colonos alemanes.
1928  Casas comerciales alemanas ganan presencia en Duala.
1930  Exportación a Alemania 70.000 toneladas
1935 Exportación a Alemania 2,5 millones. El plátano era cada vez más popular en Alemania.
1937 Exportación a Alemania 3,7 millones de toneladas.

Hay un libro escrito por André Lassoudière titulado "Histoire Bananiere d'Afrique", en el que hace una pequeña referencia a la huella de los colonos alemanes en Camerún, (que reproduzco aquí abajo).  Habla de la empresa AFC (Afrikanische Frucht Cº de Hamburgo, cuyo logotipo puede verse además a lo largo de la proyección en vagones y en cajas de plátanos y que sigue funcionando hoy en día), que estableció en 1903 un sistema de explotación de esta fruta, inspirado en los modelos que otras compañías anglosajonas tenían en América Central.  Este sistema establecía un circuito de producción con socios independientes (productores, transportistas, secaderos...).  Antes del estallido de la guerra, tenían incluso planes para exportar fruta fresca, para lo cual habían construido dos pequeños barcos, pero todo eso quedó paralizado, además de que le fueron confiscados todos los bienes al finalizar ésta. 




En el vídeo se puede ver la perfecta organización del sistema, desde el cuidado de las plantaciones, la recolección, el transporte en vagones, el almacenamiento en secaderos, el procesamiento de los mismos... Los colocaban en bandejas que introducían en una especie de hornos.  Luego se ve cómo los plátanos, que han reducido su tamaño a la mitad, son metidos de forma meticulosa en unas cajas de madera bien protegidos con papel.  Estas cajas se van apilando en un almacén hasta que son llevadas a unos pequeños vagones de tren para su traslado y posterior comercialización.  En la parte final del vídeo, también se ve cómo cargan plátanos frescos en un barco.

Volviendo a la época actual, podemos decir que Alemania consume 8 millones de toneladas de fruta, con un consumo per cápita de 100 kgs., de donde las preferidas son manzanas, plátanos y naranjas, por ese orden. (aquí).

17.7.16

"El Abuelo" en Pinterest



Desde que comencé a indagar sobre los internados alemanes llegados a España en 1916, me he encontrado con muchas e interesantes fotografías.  Para tenerlas todas bien organizadas, Pinterest está genial, porque nos permite organizar, descubrir y compartir, además de ser una red social muy fácil de utilizar.  

Dada la temática del blog, he decidido organizar mi Pinterest en cinco carpetas:

  • En Hamburgo
Millones de alemanes embarcaron hacia el Nuevo Mundo, (Estados Unidos sobre todo), aunque algunos intrépidos, como fue el caso de mi abuelo, decidieron tomar un rumbo más exótico. Los que tengáis familiares alemanes que emigraron hacia otros países, tenéis una cita obligatoria en el Museo del Emigrante en Hamburgo (Das Auswanderermuseum Hamburg).
  • En Camerún
Sobre todo me interesa la vida que llevaba el personal civil.  Dónde vivían, cómo eran sus habitaciones, los comercios, a qué se dedicaban, cómo era su vida social.  
  • En Guinea
No es fácil encontrar fotografías de los internados en la colonia española, es cuestión de buscar. 
  • En España
Una vez en nuestro país, cómo fueron sus vidas, qué fotos publicaba la prensa de la época, a qué se dedicaban, fotos de familia, etc...
  • Crónicas 
Recopilación de portadas, reportajes, artículos o reseñas sobre el tema. 

He colocado un enlace directo en el blog, y poco a poco iré buscando y subiendo más fotos.

7.7.16

Reportaje sobre el centenario


La revista "La Aventura de la Historia" ha publicado en su último número un especial dedicado a los alemanes del Camerún que se internaron en la Guinea española en 1916.  Se trata de un reportaje escrito por el historiador Carlos A. Font, especialista en la materia, que nos acerca de manera amena a esta parte de nuestra historia tan desconocida y apasionante.




13.6.16

Curiosa fotografía


Fuente

Esta fantástica fotografía, está publicada en Wikimedia Commons, y fue subida generosamente por 14carmen14, propietaria de la misma.  Desconozco si existen más documentos gráficos de esta índole, así que por eso tiene mucho más valor.  
En ella vemos a un grupo de internados alemanes en Pamplona en 1916, quizás en La Ciudadela, donde los militares se hallaban alojados, o por los bañadores que llevan, quizás cerca del río.  Tiene pinta de ser verano y están haciendo ejercicio al aire libre.  Como dato curioso, al fondo del todo se pueden ver a tres niños negros, quizás los mismos que en diciembre de ese mismo año fueron bautizados en la Iglesia de San Nicolás y cuya noticia fue recogida por la prensa.

8.6.16

Conmemoración centenario

Aunque la noticia ha pasado desapercibida para la gran mayoría de gente, los que nos sentimos involucrados de una u otra manera, hemos seguido de cerca todo lo que se ha publicado al respecto.

Comenzamos con el diario El Mundo, que el 29 de mayo publicó un amplio reportaje realizado por Carlos A. Font que podéis leer en su totalidad pinchando aquí.

También el Grupo Joly, editorial que reúne a varios diarios andaluces, como Diario de Sevilla, publicó otro artículo del mismo historiador. 




Alcalá hoy, en el que amablemente se hace una alusión a este blog, publicó igualmente un artículo.



La Bitácora Africana entrevistó a Carlos A. Font con motivo del centenario de la llegada.  En su web podéis encontrar el podcast.




Para finalizar, Diario de Noticias y Diario de Navarra, publicaron una carta que una servidora redactó para darle un poco de publicidad al asunto.



No sé si me habré dejado alguna publicación, si así fuera no dudéis en contactar conmigo y muy gustosamente haré referencia a ella en el blog.

4.6.16

Charla con los alemanes en Pamplona

El nueve de mayo de 1916, "El Pensamiento Navarro" publicaba una crónica firmada por Jesús Echarte y Goñi, en la que relataba una charla con los internados que acababan de llegar a Pamplona apenas tres días antes. Un amigo suyo que debió vivir en Alemania y conocía bien el idioma, hizo de intérprete, en lo que parece una tarde de cervezas y paseos por el hermoso parque de La Taconera.

Parque de la Taconera (principios siglo XX)

Tiene su gracia, no solo por el remilgado estilo narrativo propio de la época, sino también porque nos da pistas sobre las pautas que las autoridades habían impuesto, de momento, a estos hombres, como la de no alejarse más de tres kilómetros de Pamplona y finalizar sus salidas por la ciudad a las siete y media de la tarde (hay también alguna nota bruto-machista que obviaremos).

"Muy hondo llevábamos el deseo de conversar unos minutos, con estos soldados de Germania que desde el sábado son nuestros huéspedes.
Difícil nos resultara tal empresa, pues del idioma alemán tan solo conocemos tres palabras; aquellas que, traducidas al lenguaje cervantín, dicen así: ¡Dios castigue a Inglaterra!  Pero si no poseemos el idioma de Goethe, tenemos un grato amigo pamplonés que suele acudir a una peña cafetil.
El distinguido joven don Manuel Ros, vivió la vida de Alemania durante largos días y él, siempre buen amigo, accedió gustosísimo no solo a presentarnos a unos mozos alemanes, sino a tomarse la molestia de servir de intérprete en una charla periodística.
Arrellenados en los butacones de mimbre, vemos avanzar a los germanos.
El amigo Manolo hizo las presentaciones, desgranando unas palabras de afecto.  Los mozos de Germania destacan sus cabezas y tienden sus manos fornidas.
Diríase que nos hallamos en la terraza de un café cosmopolita, en una gran ciudad del centro de Europa a donde el movimiento comercial, o las atracciones del turismo hubieran hecho converger, extrañas gentes de distintas razas.
La charla, amigos lectores, era un pintoresco lenguaje germano-franco-hispano-inglés.
El alemán que nuestro amigo parlaba con los cinco internados: el francés, un pobre francés, en el que manteníamos risible charloteo, un germano y yo; él hablaba de España, que uno de aquellos soldados logró domeñar en los cortos meses que la Guinea española les ha dado cobijo; y las palabras inglesas que un mocetón vestido de blanco, dueño de unos tabacales en Camerún, nos dirigía, hasta que vino a enterarse de que nos resultaba incomprensible.

Parque de la Taconera hacia 1915

Preguntamos.
-¿.....?
- ¡Oh, España! Teníamos formado un pequeño concepto de esta tierra de hidalgos. ¡Qué distinto país que crearan nuestras imaginaciones! Desde Cádiz traemos una profunda simpatía por el pueblo caballeroso de España, cariño y simpatía que nos han de acompañar mientras vivamos.
-¿......?
-Nos atacaron los franco-ingleses por tres puntos, no dejando libre más que el camino que conduce a la frontera de la Guinea. Resistimos haciendo honor al nombre de Alemania, pero el enemigo superior en fuerza numérica, hubo que cederle el campo pues hubiera sido locura en aquellas circunstancias el quererlo vencer.
Del 7 al 12 de febrero fuimos penetrando en las tierras de España, quedándose tres campañas cubriéndonos la retirada.
-¿......?
- ¡Oh, sí, sí! Las tropas francesas eran aguerridas y valientes. ¿Los ingleses?... El teutón sonríe mientras oprime su bigote rubio. ¡Los ingleses!... con unas compañías de negros acostumbrábamos a proporcionarles un disgusto diario.
-¿......?
- Malos, pésimos días... Más de una vez, la necesidad nos obligó a comer carne de elefante y a guisar con la manteca de ese paquidermo... estallan las risas al oír tan extraño condumio al tiempo que sorteando los veladores del café pasan unas gentiles muchachas.  Los germanos se quedan mirándolas.
-¿.......?
- Sí, muy hermosas, Pamplona es un pueblo privilegiado de mujeres bonitas.
Alguien les advierte, que aquí se acostumbra a matar a las que nacen feas, y un momento los mozos alemanes agrandan sus ojos en un gesto de extrañeza, hasta que al comprender la broma ríen infantilmente.
-¿.......?
- Verá usted, señor.
El germano coloca una cuartilla sobre las tapas de un diminuto diccionario,  y a poco nos donó estas apuntaciones:
     Soldados 350 marcos mensuales
     Soldados de 1ª  375
     Cabo 100
     Sargento 150
     Vizefeldivebel 465
     Feldrobel 480
     Teniente 2º  675
     Teniente 1º  770
     Capitán 950
- ¡Buenas soldadas! ...
- Tenga en cuenta, que es solo en tiempo de guerra y por tierras de Camerún.
El camarero pone sobre los mármoles nuevos vasos de cerveza dorada. Los germanos tienen una salutación con los boks en mano.
La tarde está fría. La baja temperatura hace temblar a estos hombres que no sintieron pavura ante el tic tac de las ametralladoras aliadas.
-¿.......?
- Han venido muy pocos católicos. La inmensa mayoría son protestantes.  Seis misioneros del Catolicismo han quedado en Aranjuez, y los pastores han sido distribuidos en distintos lugares, marchando cuatro de ellos a Alcalá de Henares.
Estos curas del Protestantismo pertenecen a «Basler Mission» y son suizos.
-¿.....?
- Estaremos sin comunicación directa con Alemania. En cuanto a nuestra libertad, solo podemos alejarnos de Pamplona una distancia de 3 kilómetros.
- ¿No podrían suplicar que nos hicieran la merced grandísima de prolongar el tiempo de nuestros paseos? Solo se nos permite la salida hasta las siete y media. ¡Y nos agrada tanto Pamplona!

Parque de la Taconera hacia 1915
 Estos germanos se hayan muy gratamente impresionados de nuestra ciudad.
No echan en falta más que unos grados en el termómetro y una copa del vino del Rhin; que el licor de nuestras cepas dicen encontrarlo poco ligero..
Las niñas pueden apuntarse una nueva esperanza: casi todos son solteros y hay que tener en cuenta que la cifra de nuestros huéspedes es de 242.
Apuraron un último sorbo de cerveza, y la charla se desgranó sobre cosas indiferentes mientras paseábamos bajo los árboles ya florecidos de la Taconera.
 JESÚS ECHARTE Y GOÑI"

21.5.16

Llegada a Pamplona

Hemos ido viendo cómo describía la prensa el viaje de los internados desde que se organizó la salida en Guinea, hasta su llegada a Cádiz y posteriormente a Madrid.  Desde la capital salieron varios trenes con dirección a diferentes puntos donde se alojarían. En un post de hace unos meses (aquí), veíamos lo que decían varios diarios nacionales al respecto.  Nos interesa conocer qué decían los periódicos navarros sobre esta noticia, así que a continuación hacemos dos transcripciones encontradas en la Hemeroteca de Navarra, en los periódicos "El Pensamiento Navarro" y "Diario de Navarra". 



EL PENSAMIENTO NAVARRO - 6/5/1916
242 alemanes en Pamplona
Gran recibimiento.  Hospitalidad pamplonesa.
Al anuncio de que llegaban los alemanes que se internaron en la Guinea española, se despertó la curiosidad de las gentes pamplonesas, y ya desde las seis de la mañana la animación por la Taconera y camino de la Estación era grandísima, constituyendo un verdadero hormiguero humano entre el que se destacaban gran número de mujeres.
En los andenes, que estaban vigilados para evitar la aglomeración de público, penetró éste formando bulliciosos grupos que esperaban impacientes la llegada de los germanos.
El Ilmo. Sr. Obispo bajó a la estación a saludar a los expedicionarios, recibiendo pruebas de inequívoca simpatía del gentío que llenaba los andenes.
La llegada
A las 6,50 de la mañana entró en agujas el tren especial que conducía a los internados alemanes.
Antes de que el convoy detuviera su marcha, estalló una gran ovación que se repitió al descender en dos turnos los expedicionarios.
Abandonaron los departamentos del ferrocarril en dos tandas.
Una, la primera, compuesta de oficiales y de elementos civiles, entre los que se cuenta alguna dama alemana.
El capitán más antiguo, un hombre alto y joven, curtido y marcial, recorrió el convoy dando instrucciones a la tropa que ocupaba los vagones.
Cumplimentó muy cortésmente al señor Obispo, y al distinguido comandante de Estado mayor don Federico Montaner.
Entre grandes aplausos y palabras de simpatía, la primera tanda ocupó unos tranvías previamente dispuestos por el "Irati" y subieron a la Ciudadela.
El dignísimo Teniente Coronel de Estado Mayor señor Espinosa de los Monteros, que acompañaba a los alemanes desde Madrid, tomó la parte más activa en el desembarco de los expedicionarios y debido a su claro talento y a su práctica, contribuyó notablemente al buen orden de estas operaciones de arribo.
La segunda tanda
La segunda tanda, que descendió al andén, estaba compuesta por clases de tropa.  Las mandaba un oficial germano, y salieron a la acera exterior de la estación, formando en columna de a cuatro.
Un rasgo del señor Obispo
Nuestro amantísimo Prelado, al ir a tomar su coche, fijóse en que un soldado alemán caminaba apoyado en dos muletas.
El señor Obispo se informó de que aquel soldado germano estaba herido en las dos piernas, y al tener conocimiento de esa desgracia, nuestro Prelado solicitó del señor Espinosa de los Monteros, le hiciera la gracia de poder conducir al herido a la Ciudadela en su propio coche.
Así se hizo, siendo saludado el señor Obispo con calurosas ovaciones por tan caritativo rasgo, demostrativo del buen corazón de nuestro Prelado.
Hacia la Ciudadela  
Las clases de tropa, marcharon formadas y a pie a los alojamientos que se les tenían dispuestos en la Ciudadela.
Estación de tren de Pamplona (principios XX)

Desde la estación hasta el alojamiento, las calurosas ovaciones se repetían sin cesar al paso de los soldados alemanes.
Se comentaba por el gentío el porte marcial de estos hombres germanos, admirándose las buenas estaturas y bizarro continente de los expedicionarios.
A la entrada en la Ciudadela, el oficial que los comandaba les ordenó en su idioma que hicieran alto.  Luego desfilaron a los dormitorios preparados al efecto.  Acto seguido distribuyéronse los boletos  de alojamiento para los señores oficiales y elemento civil.
El ilustrado Teniente Coronel de Estado Mayor don Leocadio López, advirtióles que iba a llegar a saludarlos el Excmo. Sr. General Gobernador militar don Mariano Salcedo. Los oficiales del kaiser se mostraron complacidísimos en poder cumplimentar a dicho General, que llegó a los pocos momentos, acompañado de sus ayudantes.
El desayuno
En presencia del Gobernador Militar se distribuyó el desayuno a las clases de tropa alemana, que consistió en tazones de café con leche y panecillos, todo servido con abundancia y esmero por el digno cuerpo de Intendencia de esta plaza.
Los alojamientos
Un oficial teutón, que por cierto, lucía el distintivo de los bravos, la Cruz de Hierro, extendió las papeletas de identidad al elemento civil, para que pudieran marchar a sus respectivos alojamientos.  Tanto ellos, como los oficiales, se hospedan en diversos hoteles y fondas de nuestra ciudad,
Por las calles
Durante todo el día, los expedicionarios recorrieron en grupos las calles pamplonesas, despertando una vivísima curiosidad entre nuestros convecinos.
Los establecimientos comerciales tuvieron ayer un gran día con la llegada de nuestros huéspedes germanos, pues todos ellos hicieron gran acopio de prendas de vestir y de aseo.  Hubo sastrería que se encargó de confeccionar más de 30 trajes.
Llamó grandemente la atención la exquisita cortesía de estos hombres que haciendo un alarde de respeto religioso, al que por desgracia, ya no estamos acostumbrados, saludaban con todo cariño y cortesía a los sacerdotes que hallaban a su paso, y lo mismo a los militares españoles, penetrando en los establecimientos públicos y en los espectáculos, como ocurrió anoche en Euskal-Jai, sombrero en mano.
El público pamplonés hizo honor a su carácter de hidalgos y caballerosos.  Pamplona recibió a sus huéspedes como no podía menos de ocurrir, dando toda clase de facilidades a los bravos germanos, para que la vida en nuestra ciudad encontrase todo género de medios para que a su arribo se les presentara el porvenir en nuestra ciudad, colmado de simpatías.
EL PENSAMIENTO NAVARRO saluda con el mayor de los cariños a los internados alemanes, deseándoles que en nuestra ciudad puedan deslizarse los días del destierro en la mayor de las felicidades.



DIARIO DE NAVARRA - 7 de Mayo de 1916
Los alemanes del Camerón - Pamplona hospitalaria
Ayer llegaron a esta ciudad los alemanes del Camerón que por causa de la guerra se vieron obligados a entrar en la Guinea Española, después de resistir cuanto pudieron y los medios de que disponían les consintieron y que al ser internados en la penínculsa han sido destinados a Pamplona.
Era de esperar que el pueblo pamplonés manifestara una vez más la hidalguía de su historia, al recibir ese grupo de extranjeros que por causa de las actuales circunstancias que todos lamentamos, han sido obligados a abandonar sus hogares y han sido traídos a convivir con nosotros; que han venido a ser nuestros huéspedes mientras duren las hostilidades de las naciones que se hallan en guerra.
La buena acogida que se dispensó a los alemanes llegados ayer a nuestra ciudad ha venido a confirmar una vez más la hidalguía y la caballerosidad del hospitalario pueblo de Pamplona, que ha visto en sus huéspedes unas víctimas de la trágica situación actual de Europa.
El buen comportamiento de los pamploneses habrá constituido para los alemanes llegados ayer un gran consuelo, un alivio grande a las contrariedades que desde el principio de la guerra han venido sufriendo; y debe constituir para todos nosotros una gran satisfacción haber podido proporcionar a ese grupo de extranjeros el consuelo que cabe dentro de las circunstancias en que se encuentran, lejos de su Patria, lejos de su hogar.  Siempre nos quedará la tranquilidad del deber cumplido.
La llegada
Sabíamos que esos alemanes, desde ayer nuestros huéspedes, llegaban a las 6,55 de la mañana en un tren especial.  A pesar de lo intempestivo de la hora, numeroso público bajó a la estación a recibirlos, llenando por completo los andenes.
También bajaron a recibir a los germanos el Sr. Obispo de la Diócesis, el Teniente Coronel de Estado Mayor don Leocadio López, el Comandante del mismo cuerpo don Federico Montaner y el Comandante de artillería don César Sierra, que ostentan la representación de la autoridad militar y de la guarnición de la plaza.
A la hora señalada hizo su entrada en agujas el tren especial, viéndose en las ventanillas de los vagones a todos los alemanes que llegaban, agitando los sombreros y los pañuelos como deseando manifestar anticipadamente su gratitud a la benevolencia y hospitalidad que habrían de obtener de los pamploneses.
Una gran ovación estalló del público que se hallaba en la estación, y ese fue el saludo que dirigió a los recién llegados; ovación que fue muy prolongada, y a la que los alemanes contestaron agitando sus sombreros y los pañuelos, saludando y haciendo demostraciones de verdadero agradecimiento; todo sin poder ocultar la emoción que les embargaba.
Hay que hacer constar que el público se abstuvo de dar grito alguno; con lo cual el recibimiento resultó de cierta originalidad y aunque muy afectuoso, de gran seriedad y respeto.  Solo se oyó un grito de ¡Viva España!, que dieron los alemanes.


A la ciudad
Inmediatamente de la llegada del tren, los jefes de los alemanes presentaron sus respetos a los jefes del Ejército que les esperaban y se dispuso la formación para subir a la ciudad, para lo cual el teniente coronel de Estado Mayor don Leocadio López que posee un dominio absoluto del idioma alemán, hizo circular las órdenes oportunas, que los recién llegados las atendieron y cumplieron con gran rapidez.
Por encargo del digno gobernador militar de la plaza, la Compañía de "El Irati" dispuso un servicio extraordinario de tranvías para la llegada del tren especial, en los cuales tomaron asiento los jefes y oficiales de los germanos llegados y el elemento civil; y a pie en correcta formación militar, subió la tropa y clases, al mando de un jefe.
El señor Obispo hizo tomar asiento en su coche a un pobre soldado alemán que, venía herido, el cual subió a Pamplona acompañado de S.I.
En Pamplona
Además del gentiazo que esperaba en la estación a los alemanes del Camerón, en los jardines de la Taconera, en la plazuela de Recoletas y en todo el trayecto desde esos puntos hasta la Ciudadela había también numeroso público, más numeroso que en la estación.
Llegaron antes a la ciudad, como es natural, los que subieron desde la estación en los tranvías.  Cuando estos llegaron a la cuesta del Portal Nuevo nuevamente fueron ovacionados, y como en la estación sin que se oyera un solo grito.  Desmontaron frente a la Ciudadela a la que se dirigieron a pie, seguidos de numeroso público que se formó a cada lado de la calle del General Chinchilla hasta la muralla, dejando apenas una calle para el paso de los alemanes.
Al llegar estos a la Ciudadela fueron recibidos por el jefe de la Comandancia de artillería don Eugenio García Acha, que condujo a los recién llegados a los pabellones que se les tenía destinados, en los que habíaseles preparado el desayuno.
Poco después de la llegada de los alemanes que subieron en tranvías de la estación, llegó a la Ciudadela el grupo de a pie, que también fue ovacionado por el público, y recibido por el señor García Acha.  De este grupo de alemanes a pie se oyó al entrar en la Ciudadela un grito de Viva España.
El desayuno
Una vez que se encontraron nuestros huéspedes en la Ciudadela, se les sirvió el desayuno, que lo tomaron reposadamente; y después de terminado se facilitó al elemento civil y oficialidad una relación de fondas con los precios.
Visita del General
Próximamente a las ocho de la mañana llegó a la Ciudadela el Gobernador militar General Salcedo, acompañado de sus ayudantes el capitán de Infantería don Luis Catalán de Ocón y el de Ingenieros don Matías Marcos.
El general inspeccionó el alojamiento de los alemanes, de cuya instalación, debida a la Intendencia militar, quedó muy satisfecho, dando muy oportunas órdenes, y una vez cumplido su deber como gobernador militar regresó al gobierno.
A las fondas por la ciudad
Después de la visita del general, los alemanes que pidieron fonda se trasladaron a las que habían solicitado acompañados de algunos militares; y los demás se quedaron ya definitivamente instalados en los pabellones de la Ciudadela.
Poco después se vieron por las calles a los recién llegados, que dedicaron la mañana a recorrer los comercios, haciendo gran número de compras, sobre todo de ropas y calzado.
Los internados
Los alemanes internados en territorio español que ayer llegaron a Pamplona son 217 distribuidos en esta forma: 2 capitanes, 10 oficiales, 5 médicos, 1 Consejero del Gobernador del Camerón, 1 señora, 52 del elemento civil y 147 individuos de clases y tropas.  Se apellidan así:
Los capitanes; Adametz y Haustein.
Los oficiales; Reder, Distler, Frank, Bier, Koch, Obermaier, Pfizenmaier, Fick, Eltester y Klinkert.
Los médicos; Mayer, Gran, Zschuke, Eckaut y Stechele.
La señora Beyer, esposa de un individuo civil.
El cabo herido en una pierna: Hayduck.
Entre el elemento civil hay ingenieros, Director de Sanidad, empleados ferroviarios, id de telégrafos, sanitarios, médicos, maquinistas, arquitectos y un oficial de marina mercante.
Bien venidos
Ya tenemos en nuestra ciudad al grupo de alemanes cuya venida hace días nos la anunciaron.  Desde ayer son nuestros huéspedes y con nosotros vivirán hasta que llegada la paz les sea permitido volver a su patria.
El público de Pamplona no necesita recomendaciones.  Nunca las ha necesitado.  Sabe perfectamente que los que ayer vinieron, son extranjeros que entraron en posesiones españolas amparándose en nuestra neutralidad, y cobijándose bajo nuestra bandera.  Un grupo de estos alemanes ha sido internado en Pamplona.
Sean bienvenidos los alemanes del Camerón, y solo deseamos que la estancia entre nosotros les sea grata y que cuando regresen a su patria lleven buen recuerdo de Pamplona.
Lo que cuentan de la campaña
Interrogado un oficial alemán sobre la campaña del Camerón ha dicho lo siguiente:
"La guarnición en el Camerón alemán era bastante reducida, en lo que se refiere a tropas europeas.  La mayor parte de los soldados y de los habitantes eran indígenas.  Estos, tanto soldados como paisanos, todos súbditos alemanes, han quedado en Santa Isabel en la misma situación, respecto a las autoridades españolas, que nosotros lo estamos aquí. Son como es sabido, todos negros, con sus mujeres y sus hijos.  Con ellos quedaron 80 oficiales y suboficiales alemanes, para responder de su conducta y cuidar de todos.
Buscamos refugio en tierra española cuando ya no teníamos más remedio.  Habíamos sufrido todo género de penalidades y privaciones desde poco después del comienzo de la guerra.  Sostuvimos frecuentes ataques con las fuerzas franco-inglesas, que nos cercaban hasta que se nos acabaron los víveres y las municiones.
Entonces recurrimos a un supremo recurso: a alimentarnos con las hierbas del campo y a fabricar nosotros mismos las municiones con los recursos que buenamente podíamos procurarnos.
En Enero de 1915 conseguimos hacer cartuchos para los fusiles de modelos antiguos, fabricando pólvora con productos que extraíamos de las hierbas del campo.  En Julio y Agosto del mismo año logramos hacer proyectiles para el armamento moderno.
Las nuevas municiones se acababan también, y entonces decidimos dar un ataque a las fuerzas aliadas, haciéndolas muchas bajas.  De europeos perdieron 110 hombres, y más de negros.  Nosotros también tuvimos importantes pérdidas.  En el campo quedó el 40 por 100 de los oficiales, y otro tanto de los soldados.
Nuestros esfuerzos fueron, sin embargo, estériles.  Las fuerzas aliadas estrecharon su cerco, y los buques, desde la costa, intentaban cortarnos la retirada.  Comprendimos que íbamos a caer prisioneros, y entonces retrocedimos a territorio español, donde depusimos nuestras armas.
Desde entonces, sólo atenciones hemos recibido."

19.5.16

Llegada a Alcalá de Henares


ABC - Sábado 5 de mayo de 1916
Alcalá de Henares 5, 1 tarde.   Bajo lluvia torrencial entró en esta ciudad, a las once y cuarto de la mañana, el tren especial que conducía desde Madrid la primera expedición de alemanes internados. La forman 122: de ellos, son oficiales siete; médicos, dos, y el resto, clases, sanitarios y soldados. Visten uniforme de kaki, muy deteriorado; algunos, indumento arbitrario y desigual; en la cabeza, sombrero de fieltro ancho, con cabos rojos y escarapela, o la gorra de plato alemana o sombreros flexibles de paisano. Vienen poco abrigados, y como el día está desapacible, muchos tiritan. Acompaña a los expedicionarios desde Madrid el comandante de Estado Mayor D. Abilio Barbero, que posee el alemán. Cuando llegó el tren, los viajeros agitaron sus sombreros y saludaron afectuosamente.


Han recibido a los viajeros el comandante de Estado Mayor D. Ricardo Serrano, secretario del Gobierno militar; el jefe de Administración de este Parque militar, D. José Oliver; el comisario D. José del Río, y el secretario del Ayuntamiento, don Emilio Marticorena.
La población en masa rodeaba la estación para presenciar el desfile de los germanos, que llegaron poco antes de las doce a su alojamiento.
Es éste el que fue colegio y convento de la Compañía de Jesús, magnífico edificio, de recia fábrica, convertido en cuartel hace muchos años.  Es conocido por el cuartel de Mendigorría; ahora, por no haber Infantería en Alcalá, estaba deshabitado.  Remozado convenientemente, se han emplazado en él 280 camas muy confortables, con su mesa de noche cada una y buenas ropas.  En la lana de los colchones se han empleado 6.500 kilos.  Hay habitaciones aparte para los oficiales, lavabos con sus grifos de agua corriente, cuartos de baño, un comedor común muy espacioso, grandes cocinas, habitaciones amplias para repuesto de ropas y almacén de loza y cristalería.
Apenas llegados, se ha condimentado y servido a los alemanes un buen rancho.  Los oficiales han comido en las fondas y tomado café, invitados por los de esta guarnición, en el Casino de Alcalá.
Los recién llegados son fornidos mozos, casi todos rubios, pero curtido el rostro por el sol de África; su aspecto es saludable en la generalidad, si bien algunos traen huellas del paludismo reciente y del cansancio producido por el ajetreo de estos días.  Muéstranse muy agradecidos a las atenciones que les prodigaron desde que se pusieron en contacto con los españoles.  Les ha complacido mucho el hospitalario recibimiento que se les ha hecho en Alcalá.  Todos traían brazados de flores, que decoraban el tren, y que les han sido dedicados por la colonia alemana de Madrid.  Cuentan muchas penalidades a partir de su éxodo de la colonia alemana donde residían.
Mientras llegan o no las dos compañías de Covadonga que se dijo serían destinadas aquí, monta guardia a la puerta del cuartel, que da a la calle de Libreros, un piquete de lanceros, al mando de un brigada.

Alcalá de Henares 5, 5 tarde.  En uno de los trenes ómnibus ordinarios han llegado 14 alemanes rezagados de los que se han de concentrar.  Aguárdanse algunos más

REVISTA BLANCO Y NEGRO - 7 de mayo de 1916


17.5.16

Llegada a Madrid (2)

ABC - Sábado 6 de mayo de 1916

Los alemanes en España
Ayer mañana llegaron a Madrid, procedentes de Cádiz, los soldados y familias alemanas que vienen a internarse en nuestro territorio.
El primer tren especial llegó a la estación del Mediodía a las ocho y cincuenta.  Venían en él unos 200 alemanes, a quienes esperaban los oficiales de Intendencia encargados de organizar el viaje; el cónsul de Alemania, el personal del Consulado y la Embajada y casi toda la colonia alemana de esta capital.
Los expedicionarios fueron obsequiados con cigarros, dulces y flores por las señoras y niñas, y en el restaurant de la estación, con cerveza y refrescos.
 
El cónsul saludó a sus compatriotas dándoles la bienvenida y asegurándoles que en España han de encontrar por todas partes muestras de respeto y simpatía.
El tren siguió su ruta, poco después de las diez, pues esta primera expedición iba consignada a Alcalá de Henares.
A las nueve y diez y siete minutos llegó otro tren igual, que fue recibido por las numerosas personas congregadas en la estación con las mismas manifestaciones que el precedente; y tras de breve estancia en los andenes, partió la expedición para Zaragoza.
Más tarde, llegaron otros tres, cuyos expedicionarios iban destinados a Aranjuez y Pamplona.
Algunos de los alemanes internados detuviéronse para hacer compras durante el día, y circularon por las calles de Madrid hasta última hora de la tarde.
Entre los que llegaron en los dos primeros trenes figuran el gobernador del Camerón, Evermaier; el secretario, Derkaussen, el coronel jefe de la fuerza militar, Zimmerman, el secretario del Gobierno, Freindinger; el banqueo Bubcek, y varios oficiales, suboficiales y sargentos.
También vinieron algunos religiosos, católicos y protestantes.

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DIARIO DE NAVARRA - Sábado 6 de Mayo de 1916

Los internados - Los alemanes del Camerón
Madrid 5, 23 h.
Esta mañana llegaron a la estación de Atocha los trenes especiales conduciendo a los alemanes internados en la Guinea española, los cuales, a pesar de la lluvia y del frío, fueron recibidos por toda la colonia germana.
El primer tren partió para Alcalá de Henares, a donde se le destina.
Las damas alemanas obsequiaron a sus compatriotas con flores.
Muchos alemanes, aprovechando la parada del tren en esta estación, entraron en Madrid para hacer compras.
Informes de Alcalá de Henares dicen que los alemanes han sido esperados por las autoridades civiles y militares y por un gentío incalculable.  El recibimiento que se les ha dispensado ha sido muy cariñoso. A los alemanes acompañaron muchos periodistas madrileños.
Antes de llegar a Madrid paró anoche el tren en Bailén para servir a los alemanes la comida.
Dicen de Guadalajara que ha acudido muchísima gente a aquella estación para presenciar el paso del tren especial de los alemanes.  Estos dieron varios vivas a España y fueron saludados respetuosamente.
Las autoridades obsequiaron al Jefe de la expedición el cual expresó su gratitud por los obsequios que recibía.
Algunos alemanes ha referido detalles muy curiosos e interesantes de la campaña del Camerón, la cual emprezó en Agosto de 1914.  Entonces los contingentes germanos se componían de 200 jefes, oficiales y clases y 3.000 soldados africanos.  Al estallar la guerra se unieron a los anteriores setecientos súbditos alemanes que eran agricultores, industriales y misioneros.  Además se incorporaron otros tres mil negros. Todos estos llegaron a combatir contra 33.000 enemigos.
Con el fin de que no escasearan armas y municiones, todos los alemanes hicieron entrega de sus objetos de metal para fabricar unas y otras. Cuando se les agotó la pólvora echaron mano de la nitroglicerina pero los cañones de los fusiles eran destruidos por las explosiones, que eran formidables. Cuando la defensa no pudo continuarse por más tiempo se internaron en la Guinea española, logrando salvar ametralladoras, un cañón pequeño y armas que han quedado en Fernando Poo.
También refieren cómo se ingeniaron para fabricar teléfonos y cómo se proveían de fluído eléctrico por medio de monedas y discos de zinc.
Después fueron trasladados a Fernando Poo a bordo de vapores españoles.
Eran 1.000 alemanes y 18.000 indígenas con sus familias que no quisieron abandonarlos.

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LA CORRESPONDENCIA DE ESPAÑA - Sábado, 6 de Mayo de 1916
 Los alemanes del Camerón - Llegada a Madrid
Ayer por la mañana llegaron a Madrid los alemanes de la colonia de Camarones que se internaron en la Guinea española al ser rechazados por tropas franco-inglesas de aquel territorio. Desembarcaron en Cádiz anteayer de madrugada, y en dos trenes han llegado ayer por la estación del Mediodía.
Llegó el primer tren a las nueve de la mañana. Esperaban a los soldados y oficiales casi toda la colonia alemana residente en Madrid, los embajadores de su país, el cónsul, el personal de la Embajada y el agregado militar.
Con los expedicionarios venía el teniente coronel español de Estado Mayor Sr. Espinosa de los Monteros que está encargado por nuestro Gobierno de dar facilidades a los alemanes hasta que queden definitivamente instalados en los sitios designados al efecto.
Una multitud de señoritas alemanas esperaba a sus compatriotas con grandes cestas de flores, que distribuyeron entre las clases y oficiales, entregando un ramo a cada uno. No se oyó un grito, ni un aplauso, ni ninguna manifestación ruidosa.
En la estación estaba también el coronel de Estado Mayor Sr. Incenga, también comisionado por el ministro de la Guerra para organizar la expedición alemana, y algunos jefes de Administración Militar, Ingenieros y de Caballería.
Los alemanes vestían un uniforme kaki, con amplísimos sombreros de fieltro, recogidos por un ala con una escarapela y bordeados de una cinta roja. Los oficiales llevaban gorra. La mayoría llevaban bandas en las piernas, y otros polainas de variadas formas. Algunos se habían puesto gabanes de paisano y sombreros hongos.
Los alemanes residentes en Madrid sirvieron a sus compatriotas cerveza en gran abundancia. Durante todo el tiempo que permanecieron en la estación, bien a la llegada de los trenes, bien a la salida de otros que los condujeron, por grupos, a diversos sitios, no dejaron de beber.
En el departamento de equipajes se les sirvió un rancho por soldados de Administración Militar española.  Comieron un estofado de carne, que les gustó mucho, con vino y naranjas para postre. Después, las señoritas de la colonia alemana les ofrecieron bombones, bocadillos, chocolate y otras fruslerías. Los alemanes de Camarones se muestran agradecidos a España. Han sostenido una campaña de diez y ocho meses, y han tenido 125 bajas de europeos.
En la Guinea española han quedado 5.000 soldados africanos con 125 oficiales alemanes, entre ellos un comandante, para cuidar del ejército colonial.  A Madrid han llegado también algunos de estos soldados coloniales.
Entre los alemanes procedentes de Camarones figuran varios comerciantes que se incorporaron al ejército cuando se declaró la guerra. Entre los expedicionarios hay algunos heridos.
A las diez de la mañana salió un tren para Alcalá de Henares. A la una, otro con dirección a Zaragoza. Y a la una y media, otro con dirección a Pamplona.  En éste marchó el Sr. Espinosa de los Monteros.
Los alemanes dicen que resistieron cuanto les fue posible, fabricando por sí las municiones y viviendo sobre el país; pero que la reciente llegada de las tropas francesas, con una magnífica oficialidad, les obligó a refugiarse en la Guinea española.

Lo que dicen los expedicionarios.
Los alemanes llegados ayer a Madrid manifiestan que la campaña empezó en el Camerún, en agosto de 1914, y había entonces en la colonia 200 jefes, oficiales y clases del ejército alemán, y 3.000 soldados africanos. La guerra hizo que tomaran las armas hasta 700 alemanes más, que se dedicaban en la colonia a la agricultura, industria y comercio, y hasta algunos misioneros. El ejército colonial se aumentó con 3.000 negros más.
Los servicios de carga y conducción de mercancías se hacían con indígenas del país. Las tropas alemanas llegaron a luchar últimamente con 35.000 aliados.  Se fundieron toda clase de objetos de metal para fabricar municiones, y la pólvora, cuando se terminó, fue sustituida con nitroglicerina; pero los cañones de los fusiles estallaban con la fuerza brutal de este explosivo.
Entonces se internaron en la Guinea. Cuentan los alemanes que lograron salvar las ametralladoras y un pequeño cañón. Las armas fueron conducidas por los españoles a Fernando Poo, custodiándose en el cuartel de la Guardia colonial.
También refieren los alemanes cómo se las ingeniaron para fabricar teléfonos provisionales con monedas, discos de cinc y ácidos, formando pilas y utilizando alambre de tela metálica deshilada.
Fueron trasladados después los alemanes a Fernando Poo a bordo del «Villaverde», «Cataluña» e «lsla de Panay», de la Transatlántica.  Se internaron en Fernando Poo unos 1.000 alemanes y 18.000 indígenas, incluyendo a las mujeres e hijos de éstos, que las acompañan a todas partes.
En la colonia española han quedado algunos oficiales alemanes.

13.5.16

Llegada a Madrid (1)

LA VANGUARDIA - Sábado 6 de mayo de 1916

Los alemanes del Camerón

El anuncio de la llegada a Madrid de la primera expedición de las fuerzas alemanas que se internaron en territorio español, hizo que esta mañana acudiera a la estación del Mediodía gran número de personas de la colonia alemana, aparte de otras muchas españolas.



Entre las personalidades que acudieron a recibir a las fuerzas expedicionarias, figuraba el cónsul de Alemania en Madrid, con el personal del consulado; el secretario de la embajada de dicho país, el director del Banco Alemán-Trasantlántico y altos empleados del mismo, el director del Colegio Alemán y otras caracterizadas personalidades de la colonia alemana.



En representación de las autoridades españolas, asistieron el coronel de Estado Mayor, señor Villegas, con varios jefes y oficiales a sus órdenes, encargados de acompañar a los expedicionarios a sus respectivos puntos de destino, el teniente coronel jefe de transportes, señor Camacho y una comisión de la primera Comandancia de tropas de infantería, de la que formaban parte los capitanes señores Laguna y Lanzarote.  Asimismo concurrió, con carácter particular, el embajador de Austria-Hungría, con algunas personas de su familia.

En el salón grande que da paso al andén, las familias alemanas habían instalado grandes barriles de cerveza y puestos de flores, todo ello adquirido por suscripción entre la colonia alemana.

Los dos trenes especiales que conducían las tropas alemanas, llegaron con dos horas de retraso.  Los expedicionarios, que venían en su mayoría asomados a las ventanillas, saludaban a cuantos les esperaban, agitando sus sombreros y pañuelos. Serios, respetuosos, un tanto emocionados unos y otros expresando su contento, pero sin proferir gritos.

Ya el tren parado, los expedicionarios se lanzaron al andén, cambiando con los que les aguardaban efusivos abrazos y apretones de mano. Todo dentro de la mayor corrección y con una frialdad desconcertante.

El coronel Villegas fue presentado al jefe de la expedición, comandante Haedicke, a quien expresó sentimientos de afectuosa cordialidad.  El jefe alemán agradeció las frases, y contestó en términos respetuosos.

El capitán de Estado mayor don Joaquín Olivares, que desde Cádiz venía acompañando a los expedicionarios, dio cuenta del viaje, que se ha efectuado sin que se registrara el más pequeño desagradable incidente.

En el primer tren llegaron 124 pasajeros en coches de primera clase, 209 en segunda y 60 en tercera.
Con el comandante vinieron cinco o seis oficiales y algunos suboficiales.
A los recién llegados se les concedió permiso para extenderse por la estación y sus alrededores, llenando la fonda y los establecimientos que hay cerca de la estación.

A las diez menos cuarto llegó el segundo tren, conduciendo 800 alemanes, mandados por el teniente coronel señor Zimmerman, jefe de las fuerzas militares del Camerón.  Estos expedicionarios fueron recibidos en la misma forma que lo habían sido sus compañeros.

En el tren expreso llegó el gobernador imperial de la colonia alemana del Camerón, Hebarmayer, los consejeros de la embajada y un agregado militar.  Todos ellos se unieron a las demás personalidades que se hallaban en la estación.


Notas interesantes de la llegada de alemanes fue la serie de obsequios de que fueron objeto por parte de sus compatriotas residentes en Madrid.  Lindas jóvenes rubias, apenas los expedicionarios ponían pie en el andén les obsequiaban con ramos de flores, que los soldados acogían con manifiesto agrado.
Otras señoritas circulaban llevando grandes bandejas con recipientes de cerveza, otras repartían cigarrillos y otras bocadillos.  También las había que provistas de cuadernos iban redactando los telegramas que los recién llegados deseaban dirigir a sus familias.



El aspecto de las fuerzas alemanas era pintoresco; la mayoría conservaba su uniforme militar, confeccionado con ropa ligera, apropiada al clima del Camerón; varios, sin embargo, vestían de paisano, destacándose entre éstos cinco o seis negros que forman parte de la fuerza.

SALACOT hacia 1900

Los jefes usan "salacot", parecido al que llevan nuestras fuerzas de África; los oficiales la gorra de reglamento del ejército alemán y los soldados amplios chambergos con alas recogidas.

Sabido es que además de los jefes alemanes ya citados forman parte de la expedición el secretario del gobernador imperial herr Clzaussen, el medico Fischer, el secretario del gobierno, el banquero Bubeck, oficiales, suboficiales, sargentos, comerciantes y el capitán Martenus, héroe del Camerón, que está condecorado con la cruz de Hierro.  Los recién llegados parecen, por sus semblantes, sanos y fuertes; las mil privaciones que han pasado no han hecho mella en las recias naturalezas que han resistido las inclemencias de una campaña siempre desventajosa.  Solo dos jóvenes vimos con aspecto enfermizo, uno especialmente, que iba sostenido por dos compañeros, y en cuyo rostro se revelan los estragos de la tuberculosis.  Antiguos heridos y lesionados, sí, vienen muchos.  En las caras y en las manos ostentan con orgullo sus cicatrices o se apoyan para andar en muletas por haber perdido alguna pierna.  Todos ellos mostrábanse hoy satisfechos y comunicativos.  Desde luego llamó la atención un joven oficial que en la frente ostentaba tal hendidura que parece mentira que haya podido seguir viviendo.  Los alemanes, dijo, tenemos la cabeza muy dura; no fue nada, y además ya se ha curado.  Simpático y amable, el oficial, que ostenta el grado de capitán, se dispuso a comunicar sus impresiones.  No tendremos nunca palabras suficientes, comenzó, para agradecer a España todas las atenciones que ha tenido con nosotros desde que nos acogimos a su territorio.  
- ¿Puede usted decir algo de los últimos combates en aquellas colonias africanas?
- Con mucho gusto.  La guarnición en el Camerón alemán era bastante reducida en lo que se refiere a tropas europeas.  La mayor parte de los soldados y de los habitantes eran indígenas.  Estos, tanto los soldados como los paisanos, todos los súbditos alemanes quedaron en Santa Isabel, en la misma situación respecto a las autoridades españolas, que nosotros lo estamos aquí.  Son, como es sabido, todos negros, con sus mujeres y sus hijos.  Con ellos quedaron 80 oficiales y suboficiales alemanes para responder de su conducta y cuidar de ellos.
Todos buscamos refugio en tierra española cuando ya no teníamos más remedio.  Habíamos sufrido todo género de penalidades y privaciones.  Desde poco después del comienzo de la guerra, sostuvimos frecuentes ataques con las fuerzas franco-inglesas que nos cercaban, hasta que se nos acabaron los víveres y municiones.  Entonces recurrimos a un supremo recurso, a alimentarnos con hierbas del campo y fabricar nosotros mismos las municiones con los recursos que buenamente podíamos procurarnos.
En enero de 1915 conseguimos ya hacer cartuchos para los fusiles de modelos antiguos, fabricando pólvora con productos que extraíamos de hierbas del campo.
En julio y agosto del mismo año logramos hacer proyectiles para el armamento moderno.  Las nuevas municiones se acababan también, y entonces decidimos dar un ataque a las fuerzas aliadas, haciéndoles muchas bajas.  De europeos perdieron 110 hombres y más de negros.
- ¿Y ustedes?
- Nosotros también tuvimos importantes pérdidas.  En el campo quedó el 40 por 100 de los oficiales y otro tanto de soldados.  Nuestros esfuerzos fueron, sin embargo, estériles.  Las fuerzas aliadas estrecharon su cerco y los buques desde la costa intentaban cortarnos la retirada.  Comprendimos que íbamos a caer prisioneros, y entonces retrocedimos al territorio español, donde depusimos nuestras armas.  Desde entonces solo atenciones hemos recibido.
Se le preguntó por la causa de su herida, y contó que le fue producida por la explosión de una granada.  Él se hallaba detrás de un árbol, y éste arrancado de cuajo por la explosión, causó la brecha en la frente al capitán, que cayó sin sentido.

Con otros oficiales hablamos que nos confirmaron los medios ya relatados por la prensa, de que se valían en el Camerón para mantener las comunicaciones entre unos y otros.  Improvisaban redes telefónicas con hilos sacados de telas metálicas; los árboles les servían de postes y utilizaban como aisladores trozos de botellas y para pilas monedas de diversos metales.

Al venir a España, tanto en Santa Isabel como en aguas de Canarias fueron atendidos y provistos de las cosas más necesarias. Un soldado cojo que chapurreaba el castellano refirió en análoga forma los hechos.

Minutos después de las diez, se dispuso la salida de la expedición destinada a Alcalá de Henares.  Los soldados a ella asignados, mandados por un oficial, ocuparon sus puestos.  Con ellos subió al tren el comandante de Estado Mayor, don Abilio Barbero, encargado de dejarles en sus respectivos alojamientos.  El total de los destinados a Alcalá es de 152.  En el andén fueron despedidos por las mismas personas que les recibieron.  Los expedicionarios de Zaragoza y Pamplona, tardaron más en emprender el viaje.

En vista de ello la Intendencia militar dio a los soldados un rancho abundante.  Algunos que habían ido al centro de la población comieron en diferentes establecimientos.  A las doce y media se pusieron en marcha los dos convoyes: en el de Zaragoza marcharon 344 hombres y en el de Pamplona 247.  Los primeros fueron acompañados del comandante señor Cari y los segundos del teniente coronel señor Espinosa de los Monteros.  Se les hizo análoga despedida.

Como es sabido, en Madrid han quedado de 50 a 60 expedicionarios entre los que figuran los más distinguidos.  Los restantes se distribuirán entre Aranjuez, Teruel, Valladolid, Orduña y otros puntos.